viernes, 5 de julio de 2013

CAP 3 PROYECTO

CAPÍTULO 3- GABRIEL
Despierto en una sala que parece la habitación de una adolescente gótica. La chica cambia-cara y otra están hablando en voz baja. Parecen estar decidiendo si matarme o no. Intento incorporarme, pero estoy atado a la cama en la que me he despertado. El ruido de cadenas sobresalta a las dos chicas, que se vuelven hacia mí, sorprendidas. Son las dos demonios, aunque tengo mis dudas sobre si la cambia-caras es un demonio. Uno de verdad me habría matado y no me habría hecho prisionero. La otra sí que es un demonio, pero uno un poco suave. Quiero decir, un demonio malvado de verdad también me habría matado nada más verme. Pero esta rebosa desconfianza y la cambia-caras, sin embargo, solo curiosidad. La desconfiada tiene la piel morena y el pelo negro. Sus ojos verdes relucen con fuerza contrastando con su piel morena. Es alta y esbelta, aparte de bastante guapa. La cambia-caras es mona, pero no tan guapa como la desconfiada. Su pelo, castaño claro le cae por los hombros y oculta el nacimiento de sus alas. Su piel no es ni morena ni pálida, algo así como un punto intermedio. Pero, lo que más llama la atención de ella son sus ojos. Son entre amarillo y naranja, y no tiene la mirada de un demonio, ni de un ángel ni de un humano. Es como una mezcla de todos ellos. Mis pensamientos son interrumpidos por la desconfiada, que se acerca con expresión entre traviesa y divertida y dice:
-Bueno, guapo, ¿y cómo dices que te llamas?-iba a responderle que en realidad no le he dicho mi nombre, y que me deje en paz. Pero de pronto un terrible miedo se apodera de mí. Es miedo a la desconfiada. Miedo a que me haga algo terrible si no le digo la respuesta. Por supuesto, es un miedo completamente irracional y sin fundamento, pero aún así, contesto, de golpe:
-Gabriel.-la desconfiada hace un mohín, como si no le agradara mi nombre.
-Gabriel…puf… que largo. Te llamaré Gabi. ¿Te importa que te llame Gabi?-me da la sensación de que le importa un pimiento lo que yo opine sobre mi nuevo apodo, así que me callo.-Bueno, ya que se te ha trabado la lengua en tu gigantesco ego, te diré nuestros nombres: yo soy Grace- genial, pienso, así ya no tendré que llamarte “La Desconfiada”. Me servirá de mucha utilidad.-y ella es Ángela.-genial, ya no tendré que… un momento… ¡¿Ángela?! Esto ya es demasiado. Me da lo mismo el miedo que me infunda la desconf…Grace, esto es intolerable. Me levanto de un golpe, rompiendo las cadenas que me retenían el pecho pero no las de las muñecas, con los ojos entrecerrados mirando a “Ángela” con acusación. Ellas se sobresaltan, pero a mí me da igual, porque ya estoy gritando:
-¡¿Ángela?! ¡¿Pero qué clase de burla es esa?!-Ángela me mira, esta vez sí, con furia y me grita:
-¡Puedo llamarme como quiera! ¿De acuerdo? ¡Como quiera!-y acto seguido me pega una bofetada que podría mandarme a la superficie si no hubiese estado atado y dice-¡No sabes nada sobre mí! ¡No tienes derecho a opinar sobre mí nombre!-y se va hecha una furia, a fuera. Grace la sigue, no sin antes lanzarme una mirada asesina y insuflarme una buena ración más de miedo, que, a estas alturas, puedo suponer que es su capacidad. Una vez están las dos fuera de la habitación, respiro aliviado. Ya puedo usar mi capacidad para escapar. Despacio y en silencio, me disuelvo en humo y salgo a la superficie, al mundo de los humanos.

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