miércoles, 19 de junio de 2013

RELATO CONCURSO



Nota: este texto lo presenté a un concurso de mi colegio, no ganó pero quedó de los finalistas. Lo habría subido antes pero en las bases ponía que no podía compartirlo hasta que terminase el concurso. Bueno, espero que os guse.
Es un día de primavera, las flores se abren, los pájaros cantan, el cielo está sin una sola nube y pronto podremos recoger las cosechas de cereales. Pero sin embargo, hoy es un día triste. Nuestros hombres parten hoy a la guerra contra Alemania. Mi amiga Maryse y yo corremos hacia la plaza del pueblo para verlos marchar.
Cuando llegamos nos reunimos ahí con Edward, el hermano pequeño de Maryse, que lleva uno de sus soldaditos de madera preferidos.
- ¡Pero Maryse, yo puedo ir con ellos, soy grande y fuerte!- Empieza a decir.
- Puedes ser todo lo que quieras, pero solo tienes ocho años.- Le responde a su hermano.
- ¡Pero no es justo!- grita mientras patalea el suelo.- ¡James si puede ir!
James es el hermano mayor de Maryse y Edward, que parte hoy.
- ¡James tiene veintitrés años, ya es mayor de edad!- Ella intenta parecer enfadada, pero yo se que está intentando aguantar las lágrimas, por Edward, no quiere que sepa que su hermano tiene muchas posibilidades de no volver a verlos. En los tiempos que se avecinan va a hacer falta tener esperanza.
Los muchachos empiezan a aparecer por el extremo oeste de la plaza y nosotros tenemos que abrirnos paso a base de codazos para poder estar en primera fila y despedirnos.
Cuando podemos ver a James, Maryse corre hacia él y le abraza mientras sus lágrimas mojan el uniforme de su hermano. Edward también lo abraza, mientras yo me quedo un poco apartada.
 Alguien me toca el hombro por detrás y me giro para ver quien ha sido.
Es Will.
Will y yo nos conocemos desde que yo tenía seis años y me metí en un lago sin saber nadar y el me salvó de ahogarme en el fondo del agua. No sabía que él también iba a ir, aunque dadas las circunstancias, es comprensible. Tiene dos hermanas pequeñas. Theresa, de doce años de edad que tiene también los ojos azules de Will y Charlotte, con el pelo tan naranja que cuando mueve su cabecita de siete años parece que alguien le ha prendido fuego. Y también está su madre Cecily, que quedó viuda el año pasado en uno de los inviernos más fríos que el pueblo haya visto jamás.
- ¿Por qué esa cara tan larga, Emily?- Me pregunta él
Lo miro, atónita. Va a meterse de lleno en el campo de batalla ¿Y él me está preguntando qué me pasa?
 No digo nada, pero le abrazo y al cabo de un segundo el también me abraza. Aparentemente está tranquilo, incluso divertido, pero por la tensión de sus hombros y la fuerza con la que me aprieta contra él, se que está aterrado.
Cuando nos separamos noto que tengo las mejillas húmedas.  
- Prométeme que volverás ¿De acuerdo?-
Y totalmente serio, me responde:
- Lo juro.-
Entonces él me quita una lila que he cogido esta mañana de la pradera y que uso para mantenerme el pelo fuera de la cara
- ¡Eh!- le digo, molesta
Me mira y sonríe
- Te la devolveré cuando regrese. Te lo prometo.-
Yo lo miro frunciendo el ceño, pero soy incapaz de enfadarme con él, así que le contesto:
-Vale.-
Le abrazo una vez mas, deseando no soltarlo nunca más, mientras le digo:
-Ten mucho cuidado, y vuelve aquí conmigo.-
Y él, con la cara hundida en mi pelo, me contesta:
-Siempre.-



DIEZ MESES DESPUÉS


La guerra ha terminado y hoy vuelven nuestros soldados. Maryse y yo estamos en la plaza con el resto de la gente esperando su llegada.
Edward, con su diminuto cuerpecito, no ha podido aguantar ni el hambre ni el frío. No pudo tener un funeral en condiciones porque era peligroso salir fuera por las bombas, tuvieron que enterrarlo en su jardín. Y yo se que como James no regrese, Maryse se derrumbará.
 Cuando los soldados empiezan a aparecer por la entrada principal Maryse empieza a apretarme con fuerza la mano. Entonces vemos a James. Tiene algo en la mano, que no acerco a identificar, pero lo aprieta como si su vida estuviese en ese pequeño objeto que debe llevar. Cuando llega a donde estamos no dice nada, se limita a abrazar con fuerza a su hermana. Supongo que alguien ha debido decirle lo de Edward porque no pregunta por él. Pero yo no estoy demasiado atenta a ellos, me he apartado un poco y estiro la cabeza buscando el pelo negro de Will entre la multitud. Alguien me toca en el hombro por detrás y me giro esperando encontrar unos ojos azules tan conocidos para mí como la palma de mi mano, pero sin embargo lo que encuentro son los ojos castaños de James, que me tiende lo que tiene en la mano, mientras me dice:
-Will me hizo prometer que te lo daría, dijo que así al menos podría cumplir una promesa, que era lo único que quería que hiciese por él, que hiciese que su promesa se cumpliera. Fue lo último que alcanzo a decir.- No me mira mientras lo dice, tiene la vista fija en el suelo, como si no tuviese el valor suficiente para mirarme a los ojos en este momento.
Entonces le presto más atención al objeto en la palma que James me tiende. Ahogo un grito mientras las lágrimas empiezan a empañarme la visión.
 Una lila
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